Navegando por la red se pueden observar distintos anuncios de licenciaturas en línea, especialidades, posgrados, etc. La mayoría de estos cuestan una cierta cifra económica. Sin embargo, este hecho solo evidencia que la educación virtual es un negocio, pero también una forma de continuar con la preparación escolar de muchos jóvenes que concluyeron con su educación media superior pero que por razones x/y no continuaron con su educación superior.
La virtualidad, como le llamaremos aquí, la hemos considerado como una nueva forma de continuar con la preparación académica de quien lo desee. Esta es una alternativa que las instituciones públicas o privadas ya emplean para promover sus ofertas educativas. Pero a razón de estas circunstancias nos surgen dos dudas que son necesarias responder a la pregunta titular de este escrito.
La primera: ¿Qué representa la enseñanza en línea —o virtual— para la educación superior en México?
Sin duda, un cambio generacional.
Este modelo educativo, si se le puede llamar así por ser una modalidad, surgió a través de la introducción y uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Las investigaciones pertinentes sobre esta modalidad han resaltado que, en los últimos años y debido a su constante influencia, ha aumentado la formación de capital humano y en la reorganización de diversos sistemas institucionales. Entre sus confines lo que busca esta modalidad es transformar la cotidianidad institucional a la que se someten los alumnos, como, por ejemplo, optimizar su rendimiento escolar mediante una sustitución de los tiempos y espacios segregados en sus desplazamientos por una enseñanza in situ. La educación virtual (en este caso, superior) la comprendemos como un fenómeno que busca incrementar el desarrollo del conocimiento ante la adaptación de espacios y tiempos, flexible con las necesidades de los estudiantes como la facilidad de adaptarse a los horarios laborales o familiares específicos de cada alumno e, incluso, facilitando el aprendizaje de los educandos desde cualquier punto geográfico en el que se encuentren. Esta modalidad, posibilita el acceso al mundo virtual desde sitios que cuenten con electricidad, una conexión a Internet y un medio tecnológico. El perfil del estudiante es consistente, en muchos casos, con un deseo de superación: continuar con sus estudios (alcanzar niveles de posgrado), retomarlos (seguir con su carrera o elegir otra) o concluirlos. La educación virtual facilita al alumno las condiciones de aprendizaje a las que se expone diariamente como, por ejemplo, si tiene ciertas discapacidades físicas, evita sus traslados. Esta educación virtual, también propició la metamorfosis, con la introducción de las tecnologías, de las redes sociales, que, dejando de ser interpersonales, pasaron a ser virtuales. Ahora los alumnos son característicos por incluirse o incorporarse a las “redes” de comunicación, tanto con sus compañeros, asesor, o con la propia institución, ya sea para trámites administrativos o académicos.
La virtualidad es el reflejo de la incursión de las tecnologías en las estructuras sociales, transformando su organización y gestión, dado que ahora se escucha o se lee cotidianamente, “trámite x o y por Internet”, siendo esto aplicado también en la educación. La revolución tecnológica es la principal impulsora de los cambios que ha tenido la educación, tanto nacional como global. La reestructuración de las instituciones y de sus métodos de enseñanza y aprendizaje se han adaptado a las capacidades de la educación virtual. La educación superior puede ahora trabajar de forma virtual, ya sea matriculando o certificando a jóvenes que desean continuar con su educación.
Las instituciones de educación superior tuvieron la necesidad de organizarse ante la inclusión social de la vida virtual en los diferentes sectores de la población. Lo cual modificó, como mencioné anteriormente, su organización. Por ejemplo, ahora hay mayor inclusión de alumnos al nivel superior (ya existen muchas más opciones académicas por Internet), así mismo, los profesionistas tienen mayor alcance laboral dado el desarrollo de las redes virtuales que gestan a lo lardo de su educación, situación que hace cincuenta años tendía solamente con la interacción personal.
Entonces, la incorporación de las TIC en la educación superior ha generado dos situaciones. La primera es que sí facilita la vida de los estudiantes, laboral y personal, permitiendo un contacto más directo con la información que viaja a través de las redes virtuales y aprovecharla según los intereses de cada uno. La segunda situación, contradictoria, por supuesto, es que las nuevas tecnologías alimentan muchas de las Educación virtual desigualdades sociales presentes en nuestro sistema educativo, en cualquiera de sus niveles.
Entonces; segunda pregunta: ¿La educación virtual está logrando la inclusión de los jóvenes que desean integrarse al nivel superior?
La educación virtual es una modalidad innovadora, benéfica, pero poco congruente con la inclusión de los diferentes sectores sociales y particularmente, por decirlo de este modo, en “las clases” dentro de la educación superior.
Las formas de enseñanza han cambiado ante la incorporación de las tecnologías y la virtualidad, sin embargo, suponemos que si los individuos no tienen al alcance estas tecnologías rezagan parte de su formación escolar. Esta situación provocaría no de manera total, pero sí de una parte, la exclusión de ciertos conocimientos tecnológicos que las mismas instituciones ya han adoptado como parte de su formación integral. México, como muchos países, está formando una élite que surgió a partir de la era tecnológica y se destaca por hacer uso de las nuevas tecnologías. Estas élites politizan el conocimiento y se definen como sociedad del conocimiento, con un capital cultural que denota ciertas características relacionadas con el uso de la nueva era tecnológica. Pero que sin duda excluye a quienes no son capaces de adaptarse a estas nuevas formas de conocimiento.
Por ejemplo, la modificación que han tenido las áreas de conocimiento se puede observar durante el periodo de 1970 a 2014 en donde las carreras profesionales cambiaron. En la década de los 60, las áreas de conocimiento se dividieron en seis: ciencias de la salud, ciencias naturales y exactas, ingeniería y tecnología, ciencias sociales y administrativas, ciencias agropecuarias y educación, y humanidades[1]. Actualmente se expandieron tecnológicamente: educación; artes y humanidades; ciencias sociales, administración y derecho; ciencias naturales, exactas y de la computación; ingeniería, manufactura y construcción; agronomía y veterinaria, y salud y servicios[2].
Este cambio surgió por la necesidad de incorporar los campos de conocimiento al mundo digital y así satisfacer las demandas globales y sociales de la vida acelerada moderna. Las universidades públicas y privadas, que hasta hace un par de décadas atrás no contaban con estos sistemas virtuales y solo con modalidades presenciales, promovieron cambios en los procedimientos organizacionales que incluyeron la diversificación de los campos de conocimiento, la continua expansión de las carreras y, en consecuencia, la digitalización de la educación permitió una constante mutabilidad en los ejes curriculares.
La educación virtual es un modelo que puede satisfacer las nuevas necesidades económicas que requieren los próximos profesionistas. Dejamos claro que no es una solución absoluta, solo es una parte para incluir a un número importante de alumnos que quedan rezagados y excluidos de la educación superior. El hecho de insertar a los jóvenes en la educación virtual obliga al sistema educativo nacional a valorar y apoyar el desarrollo este nuevo modelo educativo. La virtualidad en la educación está promoviendo obligatoriamente el uso de las TIC, un elemento que debe tomarse en cuenta. Esta modalidad digital obliga a muchos a integrarla a su vida cotidiana.
Suponemos que un estudiante egresado de este modelo será un profesional más autónomo, con la capacidad de indagar ante más fuentes de investigación. Incluso puede ser alguien más flexible en cuanto a los tiempos de trabajo, dado que estudia o labora conforme a sus horarios. Tiende a actualizarse constantemente, más que otros, ya que el uso de una red de información constante permite educarlo y reestructurar la forma en la que obtiene los saberes y cómo los difunde. Inclusive la obtención y divulgación de éstos es más rápida.
Al visualizar parte del panorama que presenta la educación virtual es posible afirmar que puede ser una aliada para fomentar y propiciar la inclusión de los jóvenes a la educación superior, pero como todo modelo contiene sus desventajas. Lejos de omitirlas, debido a que es un modelo nuevo, se puede tomar la iniciativa al instante y atacar las distintas problemáticas que conllevarían su permanencia y continua transformación, porque este modelo no solo ha afectado la educación, sino que ha partido de las exigencias económicas, principalmente, y de las sociales para existir.
La simplicidad y la comodidad con que se trabaja en este modelo permite el manejo de nuevas tecnologías (actualización de medios y herramientas), y a los alumnos utilizar cualquier aparato tecnológico y adaptarlo a su necesidad, como es el caso de un celular. La vinculación de éste con aplicaciones facilita una constante comunicación, la sincronización de esas aplicaciones posibilita al individuo trasladarse en lo que contesta un correo electrónico o atender una junta laboral por videollamada, localizar sitios de interés, etc. La educación virtual genera redes de comunicación verdaderamente extensas.
Está implícito el hecho de que los individuos se acoplan y multisocializan en diferentes redes, ya sea con nacionales o extranjeros: la multiculturalidad se hace presente a través del ciberespacio. La marginalidad educativa puede ya no ser tan evidente y desvanecerse con el tiempo. La virtualidad está promoviendo lazos que convergen en la creación de grupos, instituciones, organizaciones, etc., que tal vez no son visibles estructuralmente, pero sí en el ciberespacio. Estas nuevas formas de organizarse pueden jugar un papel muy importante para contrarrestar problemáticas sociales, económicas, políticas y culturales.
[1] Clasificación de ANUIES, 1972. Ordenamiento de los programas de estudio.
[2] Clasificación de ANUIES, 2015.
Bibliografía
Boletín UNAM-DGCS (2016). Se suma al alfabetismo la brecha digital [En línea]. Disponible en: http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2016_607.html [Consultado 27-09-2017]
DME (2015). Educación virtual o educación en línea [En línea]. Disponible en: http://www.mineducacion.gov.co/1759/w3-article-196492.html [Consultado 27-09-2017]
H. D. T. (2012). Concepto, tendencias y perspectivas de la educación virtual en el mundo [En línea]. Disponible en: http://www.universidadlasallebenavente.edu.mx/investigacion-y-desarrollo/foro2012_1_hdt_puebla.pdf [Consultado 26-09-2017]
INEGI (2015). Analfabetismo [En línea]. Disponible en: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/analfabeta.aspx?tema=P [Consultado 25-09-2017]
UNAM (2004). Analfabetismo Tecnológico: Efecto de las Tecnologías de Información [En línea]. Disponible en: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/17312/1/lucia_andrade.pdf [Consultado 26-09-2017]
Zubieta García, J. y Rama Vitale, C. (Coords.) (2015). La Educación a Distancia en México. Una nueva realidad universitaria [En línea]. Disponible en: http://web.cuaed.unam.mx/wp-content/uploads/2015/09/PDF/educacionDistancia.pdf [Consultado 28-09-2017]
