Era justo el inicio de la primavera en el castillo de Westin, o el castillo silencioso como se le llamaba. Casa del rey Corin, gobernante de todo New Sommer, le llamaban el rey dormilón, pues desde niño odiaba ser despertado todas las mañanas para ir a practicar y ser un gran guerrero como su padre o un gran sabio como su abuelo. A pesar de eso creció como un hombre gordo, de estatura promedio, ojos grandes y pelo grueso. Siempre prometió que el día que se coronara nadie más lo despertaría y Morfeo sería el encargado de cuidar su sueño. Durante un frío invierno su padre fue a la guerra, al regresar traía cargando a la muerte, estaba ataviado con la sangre de sus enemigos que se mezclaba con la suya, días después murió por sus heridas y por fin Corin fue coronado como rey de New Sommer.
Los primeros días de su reinado se levantaba furioso, le gritaba a Garro su guardia personal, maestro de armas y verdugo, le encargaba que fuera a callar a quien hacía ruido. Éste entraba de inmediato a su cuarto, hombre de gran estatura, pelo largo y piel cobriza que seguía todas las indicaciones del rey. Una mañana después de una cena con la corte real despertó con el cantar de un gallo.
– ¡Garro ven! – gritó el rey.
– Diga señor.
– Quiero que busques al gallo que me despertó.
Garro fue a buscar al gallo que cantaba, notó que era el del herrero, lo llevó ante el rey quien pidió que le cortaran la cabeza y que le pagaran una moneda al dueño. Al día siguiente su sueño fue perturbado durante la madrugada, era el ladrar eufórico de un perro. Así que el rey al despertar gritó…
– ¡Garro ven, calla a ese maldito perro, córtale la cabeza!
Garro fue de inmediato a la perrera para callar al culpable de tal escándalo, pero vio que todos los perros estaban dormidos, entonces escuchó ruido a las afueras del castillo y notó que un perro le ladraba a una ardilla, ordenó a un guardia que le disparara una flecha, sólo se escuchó el chillido que hizo al ser alcanzado y la noche regresó a su calma. Los días pasaban y el rey hacía lo mismo cada que identificaba a quien hacía ruido. Un día pidió siervo para la comida del día siguiente, así que por la mañana fue despertado por el relinchar de los caballos que llegaban de cazar. Entonces mandó a matar a todos los caballos de los cazadores. Días después mientras dormía escuchó las trompetas de los guardias, de inmediato despertó.
– ¡Garro, quién hizo ese ruido!
– Señor ha llegado su hermana, la princesa Lera.
– Demonios, trae mis cosas.
Había llegado su hermana, quien era princesa del reino y encargada de cuidar uno de los condados principales. Le abrieron la puerta y el rey la recibió en el patio. Tenía tiempo sin saber de ella, la princesa le comentó que un grupo de bárbaros llegaron a la costa y que tenían varios días allí, mencionó que había mandado a un par de mensajeros, pero que ninguno regresó.
– Hermano, debemos reforzar las torres, las puertas y hacer más armas- dijo la princesa.
El rey sólo la invitó a comer y le dijo que no se preocupara, que el castillo tenía suficiente comida y que al llegar el invierno los bárbaros se irían. Garro, que también era el comandante del ejército le aconsejó que le hiciera caso a su hermana.
– Garro, ordena que el carpintero refuerce la puerta, que el albañil levante más las torres y manda al herrero a que haga más armas.
– Si señor de inmediato- respondió Garro.
– Otra cosa, mata a los guardias que me despertaron con las trompetas.
Garro sólo se quedó callado y mandó llamar a los guardias, ese día les cortaron la cabeza en medio de la plaza. Durante los siguientes meses los trabajadores intentaron poner a punto el castillo, pero un día al rey lo despertó el herrero, otro el albañil y otro el carpintero, así que todos sufrieron el mismo destino que aquellos guardias. Las personas que seguían trabajando comenzaban hasta tarde cuando el rey despertaba, así que se retrasaban todos los trabajos. Un día mientras el castillo estaba en silencio se escuchó en el pasillo que llevaba a la habitación real cómo caía algo de metal.
– ¡Garro, ven! – gritaba el rey, pero Garro no aparecía.
– ¡Garro, Garro! ¡Demonios ven! – éste se tardó más de lo normal, pero entró al cuarto.
– Diga señor.
– ¿Quién me despertó? Que venga, córtale la cabeza.
Garro se quedó callado, mientras el rey pedía una respuesta
– Señor fui yo, tiré mi hacha- contestó Garro.
El rey se levantó, miró a Garro y salió al pasillo
– Garro, eres mi amigo, mi guardia, quien me protege ¡Guardias! – gritó el rey.
– Llévenlo al patio y córtenle la cabeza.
Garro fue capturado sin oponer ninguna resistencia, lo llevaron a la plaza, el rey advirtió que nadie estaba exento de cumplir las leyes que él dictaba, ni siquiera su hombre más fiel. Garro fue llevado por otro verdugo que lo decapitó y por primera vez el silencio absoluto invadió al castillo. Desde ese día Westin fue llamado el castillo silencioso, pues nadie trabajaba, ni hacía ruido hasta que despertaba el rey pasado el mediodía.
Una mañana, justo en la llegada del otoño, el bullicio invadió el castillo, el rey despertó enojado y comenzó a llamar a sus guardias, se levantó de su cama y abrió la ventana, vio como el castillo era invadido por los bárbaros. Las puertas no habían sido reforzadas, nadie tocó las trompetas al ver que se acercaban, la torre estaba incompleta y los hombres no tenían las armas para defender el castillo. La puerta del cuarto real se abrió, un hombre alto, de pelo rubio, gran barba y vestido con pieles de animales entró en la habitación, nadie protegía al rey. Los bárbaros no hablaban la misma lengua que Corin quien intentaba decir algo para no ser capturado, fue llevado a la plaza donde habían matado a la mayoría de los soldados que defendían el castillo. El rey suplicaba, pero sus lamentos eran inútiles, fue amarrado y ahorcado frente a todos, aún ataviado con su ropa de dormir, el cuerpo quedó colgado sin vida en el centro de la plaza, y algo era seguro, nadie lo volvería a despertar.
Publicado en el número

vol.II, núm. espec. 1, enero 2019
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- Última actualización 23 de enero, 2025