Era un día normal en la gran ciudad, los vientos eran calmados y el cielo se contemplaba nublado, la gente como siempre esperaba el metro a las cinco de la tarde. Las personas volvían de su trabajo y querían regresar a casa después de un día exhausto. En ese anden del metro estaban Javier y Lorenzo, dos hombres cuya necesidad de dinero era inmensa y no tenían trabajo.
A Javier eso se le complicaba, pues nunca fue a la escuela. Su padre fue un capataz frustrado a quien el presidente municipal del pueblo donde vivían le quitó sus tierras, situación que lo hizo caer en una depresión profunda y en un alcoholismo que lo llevó hacia la muerte, dejando al joven Javier a la deriva. Al verse abandonado, migró a la gran ciudad.
En cuanto llegó a la gran urbe, Javier conoció a Lorenzo, un vago sin oficio ni beneficio que sus padres echaron de casa porque tenía calificaciones muy bajas y ahora vive bajo un puente junto a Javier, quien desde su llegada ha pasado hambre y vive en la pobreza total. Pero este día han decidido robar para dejar la miseria que los rodea.
Van muy presurosos bajando las escaleras del metro, ven a su víctima, una mujer que carga a un niño en sus brazos y que se ha distraído por atender al infante. Javier se apresura y le arrebata el bolso, ambos ladrones corren mientras la mujer grita pidiendo ayuda.
Lorenzo le dice a Javier que se metan al vagón. En cuanto se cierran las puertas y el metro avanza lentamente hacia la otra estación, Lorenzo y Javier revisan rápidamente la bolsa en busca del dinero. Buscan y buscan como si éste fuera el oxígeno que llena sus pulmones. Se sientan tras repartirse el botín, pero notan extrañados que no hay nadie en los vagones, tampoco recuerdan que se haya subido alguna otra persona. Pensativos, vieron cómo el metro recorría la estación, pero nadie los observaba, nadie les hacía caso. Pareciera que las personas no miraban el tren. Ante la extrañes de los delincuentes, Javier decide correr por los vagones tratando de llegar al conductor. Corría y corría, pero no llegaba a ninguna parte. Ahora, tan solo les quedaba sentarse mientras el tren seguía su camino.
Publicado en el número

vol. II, núm. 2, abril-junio 2019, 2.ª ed.
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Sobre el autor
NAVARRO JUÁREZ Raúl