Llegó por fin un tiempo en el cual todo lo que los hombres habían considerado inalienable, llegó a ser objeto de cambio, de tráfico y podía enajenarse Es el tiempo en que incluso las cosas que hasta entonces se transmitían, pero nunca se intercambiaban; se donaban, pero nunca se vendían; se adquirían, pero nunca se compraban: virtud, amor, opinión, ciencia, conciencia, etc., todo, en suma, pasó a la esfera del comercio. Es el tiempo de la corrupción general, de la venalidad o hablando en términos de la economía política, el tiempo en el cual, toda cosa, moral o física, al convertirse en valor venal, se lleva al mercado para apreciarla en su más justo valor.
Karl Marx, Miseria de la Filosofía.
La primera interrogante que se presenta ante el planteamiento de un problema, debiera ser el origen y naturaleza del mismo, para dilucidar la gravedad y alcance del fenómeno que nos ha llevado a conflictos de intereses y la necesidad de discurrir y legislar.
Me refiero al acto de la reproducción humana. Históricamente el acto de la reproducción se ha tratado más que como un derecho, como un deber, una obligación tanto social, moral y religiosa, “creced y multiplicaos” (Génesis 1:28) resulta un plan de Dios para la humanidad.
En el aspecto político, la necesidad de la reproducción se presentaba en las dominaciones de nuevos territorios; se fomentaba por parte de los Estados Invasores o colonizadores la migración de su población original a aquellos nuevos territorios para poblarla y ocuparla.
En religiones fundamentalistas y Estados totalitarios el hecho de la no reproducción (sobre todo para la mujer), implica un castigo divino, una estigmatización equiparable a un estado de maledicencia.
No obstante que la mayor parte de las sociedades actuales ha evolucionado y el Estado en el que vivimos es laico (de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 3º. Constitucional), nuestra sociedad es tradicionalista y de doble moral.
En términos generales, la reproducción es una característica inherente a casi todo ser vivo complejo y, en la mayor parte del reino animal, la reproducción se presenta como una consecuencia del coito, sin voluntad del animal y en muchas ocasiones la reproducción es inducida y manejada por el hombre para fines comerciales, de experimentación, o de competencia en exhibiciones de determinadas especies.
Si buscara la reproducción como instinto en la naturaleza de los seres vivos, en el reino animal, en ciertos casos, no existe un instinto maternal de cuidado y protección de las crías en todas las especies, las leonas permiten que el macho mate a sus crías, si está dispuesta a copular, las ranas de Darwin dejan sus huevos y son los machos los encargados de llevarlos al mar y cuidarlos, la hembra del pájaro cucú, llevará sus huevos al nido de otros pájaros para que se encarguen de ellos, las hembras de los tiburones galápagos pueden devorar sus propias crías si éstas descienden a aguas profundas; en fin, son múltiples las especies que pueden abandonar, devorar o matar a sus crías.
A diferencia de los animales, la mujer podría decidir cómo, cuándo, con quién y en qué momento tener descendencia… Siempre que su reloj biológico se lo permita, es decir, siempre que decida en el rango de la edad reproductiva fértil que oscila entre los 13 años hasta los 45 años aproximadamente.
La maternidad no debería estar incluida en las necesidades fisiológicas, ya que entre éstas solo se encuentran las necesidades cuya insatisfacción trae la muerte del individuo, el hecho de que una persona no se reproduzca, de ninguna forma le llevará a la muerte.
En el comportamiento del ser humano no podremos encontrar conductas que denoten de manera general una “naturaleza humana”, la conducta humana no está determinada genéticamente, existen sociedades donde comportamientos como el canibalismo, la guerra, la homosexualidad, el incesto son aceptables y “normales” por mencionar algunas conductas que en nuestra sociedad nos parecen abominables y contrarias a la naturaleza humana ¿Son estos grupos inhumanos? Es evidente que son factores como la moral, la religión imperante, y hasta cuestiones regionales, lo que determina los parámetros de la conducta de una persona en sociedad.
Es entonces la presión social la que lleva a tomar decisiones de matrimonios no deseados o mal planeados, que no solo lleva a que poco tiempo después se inicie un divorcio, sino también se tengan hijos que no se pueden criar, ni cuidar personalmente. La publicidad de una familia feliz y toda la comercialización que implica la maternidad juega un factor importante en estos deseos que no son del todo conscientes en la toma de decisiones y actos que se ejecutan al respecto.
La celebración del día de la Virgen de Guadalupe, del día de la madre, llega a exaltar la maternidad como el fin ulterior de la mujer.
La reproducción se torna como una necesidad creada para lograr plenitud, desarrollo y felicidad, así que de no lograr tal acción se califica a la mujer como frustrada, amargada y anormal, en muchas ocasiones y en determinados círculos es discretamente segregada.
La maternidad no es un instinto, no obstante la carga ideológica machista imperante en tradiciones y religiones “purificaba la maldad intrínseca de la mujer”, así vemos como la mujer pecadora, incitadora del mal, se santifica cuando concibe y pare un bebé, ese es el papel impuesto, la madre sacrificada, la madre subyugada, es el pináculo de la realización de una mujer.
El estereotipo de la maternidad y persona feliz y completa, alcanza no solo a mujeres y hombres heterosexuales solteros o con pareja, sino también a mujeres y hombres homosexuales.
Es un hecho que el descubrimiento de la píldora anticonceptiva y el reconocimiento gradual de los derechos de la mujer, ha cambiado el rol tradicional que por años le ha llevado a desempeñar como Ama de casa, madre y esposa.
Actualmente, la mujer ha tomado decisiones de vida respecto al seguimiento de una profesión, independencia económica, desarrollo profesional que la lleva a postergar tanto la maternidad como el establecimiento de una vida familiar, sin embargo las presiones sociales, sobre todo para la mujer, (pues también existe en el hombre, pero en mucho menor medida) para que contraiga matrimonio y tenga descendencia, sigue con un peso avasallador.
Así que la decisión de la reproducción en la mujer que ha sobrepasado la edad de 35 años, cada vez es mayor y uno de los efectos es la dificultad en lograr el embarazo.
Estas conductas que se presentan en el ámbito de la vida privada de una persona se tornan ya no como un deseo o un instinto, sino que se reclama como un derecho y no solo entendido como la potestad de decidir cómo cuándo y dónde reproducirnos sino también el derecho subjetivo traducido en la facultad de exigir (¿A quién? Al Estado) una prestación (consistente en la realización de un servicio y puesto a disposición de técnica, recursos y servicios.)
¿Es legítimo reclamar la satisfacción de un deseo al Estado?
No obstante todo lo anterior, no podría negar el sentimiento de ternura y deseo de protección que se presenta (aunque no en todas las mujeres, ni hombres) ante la visión de un bebé, o un niño pequeño, de hecho las características fisionómicas, de acuerdo al etólogo Konrad Lorentz, considera nuestra respuesta de protección a la vista de una cabeza relativamente grande, ojos grandes y de disposición baja, región de las mejillas prominente, extremidades cortas y gruesas, una consistencia elástica y neumática, y movimientos torpes.»
El ser humano reacciona ante estas características para protección que se da a las crías se mantenga durante toda la infancia y la primera fase de la adolescencia, facilitando la formación de grupos sociales y aumentando las posibilidades de supervivencia.
Incluso este mismo efecto se presenta en diversidad de especies animales que despiertan sentimientos de protección y ternura.
Aquí una pausa para diferenciar el proceso de gestación en una mujer y el sentimiento de protección a un bebé o a una cría de casi cualquier animal que comparta ciertos rasgos con los nuestros, es diferente el sentimiento de gestar y parir un hijo (que por lo general van acompañados de trastornos psico y fisiológicos que en mayor o en menor medida se presentan como nauseas, mareos, hinchazón de extremidades, depresión, ansiedad, alergias…), que el sentimiento que se despierta ante la visión de un pequeño ser.
La maternidad, no se da solamente por el hecho de gestar y parir un bebe, el compromiso más fuerte es la crianza y educación de ese ser que desde mi punto de vista debe ir revestido por un sentimiento de profundo amor, de otro modo solo podría existir un compromiso familiar y social y hasta de trabajo como educadora.
Entonces se presenta la opción de la adopción que se ha vuelto una solución que ha perdido terreno con la oferta de diversas técnicas de reproducción asistida.
¿Cuál ha sido el argumento para optar más por una técnica de reproducción asistida que la figura jurídica de la adopción? Los Derechos Humanos, el derecho de toda persona a decidir de manera libre el número de hijos.
El problema parece presentarse desde el momento mismo de que la infertilidad ha sido entendida y definida por la Organización Mundial de Salud, como una enfermedad, lo que no obstante tal clasificación de una organización internacional, es discutible si se toma en consideración que la infertilidad no es una alteración en la salud de una persona, no produce incapacidad en el individuo, ni lo podría llevar a la muerte en ningún caso.
La infertilidad puede ser definida como la imposibilidad de alcanzar un embarazo clínico luego de haber mantenido relaciones sexuales sin protección durante doce meses o más. Las causas más comunes de infertilidad son, entre otras, daños en las trompas de Falopio, adherencias tubo-ováricas, bajo nivel de esperma, endometriosis, factores inmunológicos o pobre reserva ovárica.
Sin embargo, la infertilidad así entendida puede cesar en algunos casos si existe cambio de pareja, o con un tratamiento médico, además no es la única causa por la cual una pareja no puede reproducirse, pues en el caso de las parejas homosexuales o personas que no desean tener relaciones sexuales, la no reproducción en estos casos, no se presenta como un problema de salud, sino por voluntad de los propios implicados.
No pueden aplicarse dogmáticamente las definiciones que otorga una Organización que si bien es Internacional, no es vinculatoria, ni establece la verdad de un caso concreto, si bien puede ser un referente para la comprensión de un problema en cuanto a definiciones se refiera, no debiera ser un criterio obligatorio para todos los países y mucho menos para uno como el nuestro, donde deben tomarse en cuenta cuáles son los verdaderos problemas de salud, con alto costo al Estado, por el contrario la sobrepoblación y falta de educación y cultura sexual, ha llevado a un aumento en el índice de embarazos no deseados y éste factor se incrementa en comunidades pobres donde no tienen recursos para satisfacer las necesidades de un nuevo miembro de la familia, no existe como en otros países un problema donde el índice natal vaya a la baja, hay, en contraste muchos mayores problemas como un mayor índice de muertes maternas en parto, de enfermedades infantiles, de falta de vacunas en comunidades.
De nuevo la interpretación extensa de los derechos humanos, acoge estás situaciones, en cuanto a que toda persona tiene derecho de decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos. (artículo 4º, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos), ello aunado al derecho de la no discriminación, (Artículo 1 de la misma Carta Magna, “…queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas…”).
En este punto es necesario hacer una reflexión sobre el papel del Estado frente a éstos derechos; de la lectura de la parte conducente de los artículos 1º y 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se advierte que el papel del Estado, debe ser pasivo, en el sentido de no prohibir o limitar estos derechos, incluso regular procedimientos, crear registros, pero, desde mi punto de vista, no debiera destinar recursos públicos a través de las Instituciones Públicas de Salud, para lograr la reproducción humana asistida.
Ello tampoco significa que no se respete el derecho de las personas para acceder a los avances de la ciencia y la tecnología, mientras no exista una prohibición o limitación al respecto se entiende que cualquier persona que pueda pagar el costo de la tecnología, puede tener acceso a ella, pensar diferente implicaría que el Estado deba destinar recursos públicos para que sus ciudadanos puedan desplazarse en un automóvil electrónico y que de no hacerlo se me estaría discriminando porque soy pobre y se me impediría mi derecho al libre tránsito.
Pareciera ser que el ejemplo es absurdo, pero no lo es; en los casos que dieron origen a la controversia presentada ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Caso Atavia Murillo y otros vs Costa Rica), hubo más de una pareja que ya había tenido descendencia y ante una nueva vida de pareja, requerían la asistencia médica en la reproducción humana asistida…
Mujeres de más de 60 años de edad, que han tenido descendencia y ante la perspectiva de una nueva vida en pareja, deciden (porque quieren y pueden pagarlo), solicitar la donación de un óvulo (de la hija de la solicitante), inseminado con esperma del nuevo esposo para implantarlo en su útero… si no tuviera recursos para sufragarlo ¿Es un derecho subjetivo, puede traducirse en un reclamo judicial? ¿Qué no me es permitido cuestionar los deseos reproductivos de una persona? No, siempre que lo haga con sus propios recursos y atendiendo a una garantía de responsabilidad con el futuro bebé.
El derecho no debe responder a caprichos, a deseos subjetivos que si bien descansan en un derecho, no es una obligación del Estado satisfacerlo, en cambio, es un deber jurídico el respetar el mismo.
En la misma resolución de la Corte Interamericana, se toman en consideración los estereotipos, presiones y discriminaciones sociales, para indemnizar a las víctimas, empero, no advierte el verdadero problema que en este aspecto es de índole social, que no se resuelve pagando una cantidad a los actores, sino propiciando una sociedad con conocimiento y criterio, participante e incluyente, tolerante. Nosotros no podríamos adoptar a raja tabla el mismo criterio, dejemos de imitar y revisemos nuestras problemáticas de acuerdo a nuestro entorno y circunstancias.
Publicado en el número

vol. II, núm. 1, enero-marzo 2019
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- Fecha de creación 31 de enero, 2019
- Última actualización 23 de enero, 2025
Sobre el autor
HERNÁNDEZ MARTÍNEZ Beatriz
1 comentario en «La reproducción humana. Un derecho, una imposición, un instinto o un deseo»
Los comentarios están cerrados.
“existen sociedades donde comportamientos como el canibalismo, la guerra, la homosexualidad, el incesto son aceptables y “normales” por mencionar algunas conductas que en nuestra sociedad nos parecen abominables y contrarias a la naturaleza humana”
Desde ese momento, dejé de leer.