He tenido la sospecha de que has partido, pues te he buscado y buscado por todas partes, he ido al café donde solíamos encontrarnos algunas veces, recorrí la Alameda completita cuando atardecía, incluso te busqué a través de las ventanas cuando llovía y nada, al parecer te has marchado queriéndome abandonar ¡mira, que si es así! te has ido más pronto de lo que ya habías mencionado. Es por ese motivo, el de tu ausencia, que decidí escribirte, pensando en que quizás así nos volvamos a comunicar y no sé…, quizás algún día hasta nos reencontremos y nuestra relación vuelva a fluir.
Pienso que estás muy bien, tal vez no sea tu mejor momento, pero eso para ti qué importancia puede tener, siempre buscas la mejor idea, el escenario adecuado, la conversación precisa, siempre con tu originalidad, la cual a veces ya hasta es aburrida, bueno, sé que tuvimos diferencias, ya no seguiré con eso. Pero me he preguntado, ahora que no estamos juntos ¿desayunas? ¿Cómo puedes elegir entre diversas opciones? Y es que siempre fuiste bastante indecisa, tienes tantas ideas, pero te cuesta trabajo elegir una sola de ellas, saber cuál es la más apropiada. Hasta contigo misma te falta modestia. No, no lo tomes así. No lo digo con reproche o celos, a veces también extraño escuchar tus ideas y decidir entre ellas. Éramos un buen equipo después de todo ¿no?
He estado piense y piense en lo que haces ahora, cómo vives, con quiénes te reúnes, a dónde vas. Te pienso, imagino que amaneces y escuchas el noticiero mientras te bañas, pasas largo tiempo en la bañera, por eso te levantabas mucho antes que yo cuando aún estábamos juntos y salíamos a la misma hora después de todo. Luego te arreglas, o en tu caso, te transformas. A veces pienso que solo buscas ser extravagante y usas lo que crees que llamará la atención de todos, otras; sin embargo, creo que vas más allá, y es tu personalidad tan alocada y viva la que te exige nuevas sensaciones, por eso tus constantes cambios, de estilo, de humor, de vanguardia. Ahora que te has ido, he tratado de imitarte, lo admito, pero no me siento seguro de mí mismo y vuelvo a lo gris.
Después de arreglarte, partes ¿a dónde partes? No desayunas en casa, no siempre, te gusta improvisar y te aburres constantemente de la rutina, por eso sueles ser impredecible, a veces misteriosa, cuando como ahora, tengo que estar suponiéndote, idealizándote, yo mismo te imagino a ti, ¡ironía! Dame pistas al menos, sigo tus más implícitas huellas ¿tú sigues las mías? me haces falta, te necesito algunas veces, sí, en realidad es casi siempre, pero tú tan incomprensible, tan perdida en ti misma jamás lo notaste ¡egocéntrica! Me dejas así para buscar quien te llene, pensando en ti únicamente, como siempre. Ese es tu problema. A veces creo que mermas tu tiempo y lo capitalizas a tu conveniencia. Te vuelves misteriosa a conciencia, artificialmente, eres indiferente con aquellos que te buscan para así proporcionarle un valor a tu tiempo, a tu compañía, a ti misma, y de esa forma creas una necesidad en los demás. ¡Vanidosa!
No sé a dónde te diriges, ni en donde estás ahora, yo tampoco conozco eso de mí mismo, pero al menos soy más modesto y no busco tanta perfección como es tu caso. Ahora, repensándote, sé que soy agradecido con lo poco de mí que ofrezco, pero en tu caso deberías trabajarlo, tienes que ser más constante en tu vida, ser más humilde.
Te imagino en algún café, esperando algún instante mágico, sutil y bizarro, de esos que te marcan, no sé si estás sola, si alguien más ya te acompaña, ¿eso te importa? Tú sigues ahí esperando… Y el presente como siempre se te olvida y después te irás cuando te canses de esperar, y comenzarás a buscar en los mismos cafés, en las mismas salas de cine, en las mismas noches que yo te espero. Pero ambos buscamos y esperamos cosas distintas, yo te busco a ti, espero tu presencia y tus señales. Tú buscas algo que quizás no existe.
Dejaré esta carta por ahí tirada, a ver si un día la lees y vuelves.
Tu urgencia.