El poder de la mente, ligado a la capacidad tecnológica es mucho más importante que cualquier otro poder, incluso que el poder del dinero.
Manuel Castells[1]
Desde hace casi una década, las llamadas “Tecnologías de la Información” han avasallado las telecomunicaciones globales a través de su uso como herramienta de generación, transmisión y transformación de información en una escala global. Además de su irreductible uso como medio de comunicación, las TICS (Tecnologías de la información y la comunicación) han constituido un factor de cambio en la vida pública de muchas sociedades, implementando valores culturales nuevos y prácticas sociales modernas. Sin embargo; la titánica circulación de información en la red continuamente se transmuta en acumulación de esta, los contenidos se desvirtúan convirtiéndose en tendencias efímeras y el intercambio informativo se banaliza hasta puntos mercantilistas que distan mucho de ser la panacea mediática a los muchos problemas que acusan a las sociedades globales hoy en día.
En el aforismo de Castells encontramos dos ideas claves para comprender una problemática planteada, no solo por el pensamiento psicoanalítico de Erich Fromm, en su libro “Ser y Tener”, sino por la tradición filosófica clásica encarnada en el “Pienso, luego existo” de Descartes. Por un lado, el poder centralizado en la posesión tecnológica y económica, por otro la tecnología como capacidad de conocimiento, como conocimiento en potencia. Ser el poder a través de la capacidad de tener los medios para éste.
Las relaciones sociales se han transformado contundentemente tras la revolución de las tecnologías y las comunicaciones móviles. Internet representa la punta de la lanza del progreso informático de nuestra actualidad. La triada tecnología-información-conocimiento resulta esencial en este proceso de desborde de la abundancia y espontaneidad con que las relaciones sociales se llevan a cabo y se trasforman en su totalidad. Las Redes Sociales son sin duda el ejemplo más nítido de este desarrollo moderno de la información. La adquisición de un aparato electrónico con conexión a internet no significa solo la adquisición en sí misma, sino la capacidad de conexión con un mundo electrónico-digital de información, conocimiento, y, sobre todo: la capacidad de inserción en un nuevo patrón de relaciones sociales. Así, la idea de Castells del poder de la mente ligado a la capacidad de posesión económica y tecnológica se confirma.
Somos individuos con potencialidades intelectuales en tanto nos relacionamos y aprendemos de otros y nuestro entorno. Nuestro aprendizaje está delimitado exclusivamente a nuestra capacidad de socialización y convivencia humana. Así, el individuo forja sus conceptos racionales del mundo y la realidad que vive; que a su vez está permeada por otros individuos. Es casi un proceso cíclico de interacción y generación de conocimiento. Mientras más y mejor nos relacionemos con otros individuos, mejores son nuestros procesos de desarrollo individuales. Sin embargo, las nuevas tecnologías de la información han roto este esquema demostrando que la interacción humana cara a cara no es esencial para la adquisición y transmisión de información entre individuos. Un grupo de individuos puede conocerse, interactuar y aprender sin necesidad de estar en presencia física de los otros, con el simple hecho de utilizar alguna aplicación digital para videollamadas grupales por internet. Las relaciones sociales se transforman y se revolucionan de manera avasalladora en la era contemporánea.
La información en la red fluye como un “manantial electrónico” que, no solo la hace circular rápida y eficazmente, sino que la almacena creando una fuente prácticamente interminable de datos para la adquisición del individuo. Los motores de búsqueda se convierten en “entes” omnipotentes que transforman los deseos de un individuo en información inmediata e incluso abrumadora. Así, la participación en los procesos de creación de la información crece hasta puntos casi inmedibles, todo a causa de este exceso en la información y datos circulantes por la red. Un ciudadano mexicano tiene conocimiento de un hecho acontecido en Siberia de manera real y en tiempo real, globalizando así la información a través del nuevo periodismo digital. La totalidad informática se expande de manera vírica y la existencia cultural se globaliza hasta puntos irreconocibles.
Estos procesos tan potentes de interacción y expansión de la información crean nuevas formas de relación, no solo entre individuos, sino que ayudan a postular y legitimar opiniones públicas de sociedades enteras e incluso movimientos sociales. La realidad humana se ha digitalizado dejando a los individuos entre un dilema profundo con respecto al conocimiento. ¿Adquirir-tener el conocimiento a través de las nuevas tecnologías o ser parte del conocimiento? Este nuevo fenómeno, acompañado de un mercantilismo capitalista casi rapaz, es el motor de las conciencias individuales y sociales de la actualidad. Para que un individuo esté completamente inmerso en su sociedad y sea un “ente social” por completo, debe estar inmerso en la transmisión y generación de conocimientos a través de las tecnologías digitales, es decir de las Redes Sociales: Twitter, Facebook, YouTube, MySpace, etc.
Ser un individuo cercano a las Redes Sociales, representa ser partícipe de una interacción con otros individuos. Pertenecer a Facebook, representa la digitalización de la vida individual casi en su totalidad, lanzar escritos de 140 caracteres en Twitter significa publicar nuestra opinión respecto al acontecer de nuestra realidad, observar videos en YouTube significa la actualización de las vanguardias de nuestra misma realidad. Entre otras muchas aplicaciones sociales de estas redes. La vida cibernética se convirtió, en la actualidad, en una procesión y legitimación de novedades y acontecimientos sociales. Lo anterior, es un resultado directo de la inmediatez y espontaneidad con que internet facilita la información a sus usuarios. Sin embargo; esta “avidez de novedad” representada por los usuarios, no siempre significa la obtención de conocimientos que ayuden al desarrollo individual. Por el contrario, pueden existir “peligros” en esta dinámica de interacción social.
Los individuos, como se había mencionado atrás, se sienten ávidos de pertenecer a esta nueva construcción de la realidad social a través de las tecnologías y redes cibernéticas. Sin embargo, el sentimiento de pertenencia se sitúa entonces en una necesidad propiamente plástica y mercantilista que los medios de comunicación han engendrado. Pertenecer a una Red Social simplemente para ser parte de una colectividad que se mueve al ritmo de la circulación de información y la novedad de ésta en internet. Representa así, pertenecer, pero no Ser. No significa ser en el sentido filosófico de la palabra; en tanto un ente que se trasciende, que conoce, que sabe, que siente, que vive, que está y que representa. Únicamente se pertenece, es decir; se está, se existe, pero no se es. La conciencia individual construida a través de la interacción humana se diluye en una colectividad, en una masificación de la información que, en muchos casos, tiene a banalizarse. Los contenidos se convierten estereotipos poco inteligentes de lo que debería ser la realidad y la información no se convierte en conocimiento útil para el progreso de la vida individual y colectiva, sino en una acumulación de esta.
La realidad capitalista ha enseñado a las conciencias colectivas e individuales, tal y como lo mencionó Erich Fromm, que: un medio para la construcción del Ser es el Tener. Nuestra actual realidad cibernética nos empieza a demostrar que Tener información no es sinónimo de Ser conocedor, de saber. Tampoco lo es de ser verdaderos constructores de esta información que es la conjunción del roce social entre individuos. Por el contrario, los individuos se vuelven entes existentes y pasivos ante ésta. Simples observadores de la circulación de esta. Volvemos al aforismo de Castells, el poder de producir dinero no nos convierte ricos, el poder de producir tecnologías no significa el progreso, sin una potencia mental detrás que administre, critique y resuelva. Así, el poder de Tener información (en este caso digital) no nos hacer Ser conocedores.
[1] Manuel Castells, importante sociólogo español y crítico de las llamadas “Sociedades del Conocimiento”.