Pensándolo bien, no me parece justo que, si él existe, es solamente gracias a mí, y que él pueda disfrutar de la compañía de una pareja, mientras yo no tengo con quién compartir mi esplendor. Todavía se da el lujo de rechazar a una y pedir otra que sea más dócil para que todo sea un paraíso y él no tenga que mover un dedo, en tanto yo, con toda mi grandeza estoy solo; pero si no puedo tener una compañera, por lo menos buscaré la forma de complicarles la existencia.
¿Tan pronto me cambió por otra? ¡Estúpido! ¿Qué pasó con eso de que íbamos a ser sólo él y yo? ¡Ah, pero tenía que salir con sus tonterías! Qué si él por ser hombre era más importante, qué yo estaba para obedecerle y servirle, qué sólo podíamos coger de misionero; ¡Idiota! El mundo podía haber sido nuestro. Y ahí está esa tonta, creyéndose la única, siendo tan sumisa y obediente. Debe haber una forma de hacer que se jodan.
Entonces, la serpiente le dijo a Eva: “De ninguna manera moriréis. Es que el día en que comieres de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”.