Resumen
La correcta definición historiográfica de “México Contemporáneo” es un debate, ya que existen diferentes coyunturas que permiten identificar procesos que marcan la vida política, económica, social y cultural de nuestro país. Algunos prefieren identificarla desde el 68 (cultural), otros desde principios los años 80s (económica), e incluso desde la primera década del año 2000 (política). Sin embargo, ¿qué importancia tiene mirar procesos históricos desde hoy día? ¿Qué papel cumple el patrimonio en la conformación de los procesos contemporáneos en México? ¿Cómo puede ser visto esto desde la sociología?
El patrimonio puede ser entendido como lo que uno posee, de lo cual se puede hacer uso, no obstante, tiene que ser dejado para la posteridad con el objetivo de que lo utilicen las generaciones futuras. Puede tratarse de una casa, un conjunto de herramientas, animales, pero también lo llegan a ser las anécdotas, los mitos, los ritos, es decir, las tradiciones o hábitos culturales heredados (Ferry, 2011). El patrimonio es un término polisémico, y debe ser tomado en cuenta desde la colectividad de referencia, pues en el México contemporáneo puede tratarse del petróleo, la plata, los lagos, los animales (en general), los platillos típicos, las danzas y bailes regionales, el Mariachi (con todo y su ‘M’ mayúscula), e incluso seres humanos: los indígenas. Por supuesto, no puede faltar el patrimonio cultural e histórico: las artesanías en todos sus formatos, las obras de arte elaboradas por Dr. Atl o por Rufino Tamayo, las pirámides y objetos arqueológicos que difícilmente comprendemos pero que tanto nos fascinan.
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vol. III, núm. 2, abril-junio 2020
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- Última actualización 23 de enero, 2025